viernes, 18 de marzo de 2011

¿Cómo puedo pactar con Dios?

Daniel Urbina

Abraham pactó a través de la circuncisión. Jesús cumplió con este pacto gracias a sus padres, como se ve en la imagen correspondiente. Aquí  se  muestran los 8 pactos de Dios con los hombres. La Biblia revela que a Dios le ha placido establecer pactos con los hombres. Ocho de estos pactos se hallan mencionados en las Sagradas Escrituras. Cada pacto representa un propósito divino y la mayoría de ellos constituyen una absoluta predicción tanto como una promesa inalterable del cumplimiento de todo lo que Dios ha determinado. Los pactos siempre anticiparon el futuro y tenían el propósito de ser un mensaje de certidumbre para aquellos con quienes el pacto era establecido.
El Pacto Edénico fue el primer pacto que Dios hizo con el hombre (Gen.1:26-31; 2:16-17), y fue un pacto condicional con Adán en el cual la vida y bendición o la muerte y la maldición dependían de la fidelidad de Adán. El pacto edénico incluía el dar a Adán la responsabilidad de ser el padre de la raza humana , sojuzgar la tierra, tener dominio sobre los animales, cuidar del huerto y no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Por haber fracasado Adán y Eva al comer de la fruta prohibida, fue impuesta la pena de muerte para la desobediencia. Adán y Eva murieron espiritualmente de inmediato y necesitaron nacer de nuevo para poder ser salvos. Más tarde también murieron físicamente. Su pecado hundió a toda la raza humana en un molde de pecado y muerte.
El Pacto Adámico fue hecho con el hombre después de la caída (Gen.3:16-19). Este es un pacto incondicional en el que Dios declara al hombre lo que será su porción en la vida por causa de su pecado. El pacto provee importantes rasgos, los cuales condicionan la vida humana desde este punto en adelante. Incluido en este pacto está la maldición de la serpiente (Gen.3:14; Ro.16:20; 2.Cor.11:3,14; Ap.12:9); se da la promesa del Redentor (Gen.3:15), la cual es luego cumplida en Cristo; se detalla el juicio a la mujer, sujeta al dolor y la pena en la maternidad, y en cuanto a su sumisión al hombre (Gen.1:26-27; 1.Cor.11:7-9; Ef.5:22-25; 1.Tim.2:11-14). El hombre debería, en lo sucesivo, de ganar el pan con el sudor de su frente (Gen.2:15; 3:17-19); la vida del hombre sería dolorosa y con la muerte por final (Gen.3:19, Ef.2:5).
El Pacto con Noé fue hecho con Noé y sus hijos (Gen.9:1-18). Este pacto introdujo un nuevo principio de gobierno humano como un medio de frenar el pecado. Las provisiones del pacto incluían el establecimiento del principio del gobierno humano, en el que se instituyó la pena capital para aquellos que tomaran la vida de otro hombre. Fue reafirmado el orden normal de la Naturaleza (Gen.8:22 y 9:2), y al hombre le fue permitido comer carne fresca de animales (Gen.9:3-4) en lugar de vivir solamente de vegetales.
El pacto con Noé incluía la profecía concerniente a los descendientes de sus tres hijos (Gen.9:25-27) y designaba a Sem como el único de quien vendría la línea divina que seguiría hasta que el Mesías viniera. El dominio de las naciones gentiles en la historia del mundo está implicado en la profecía concerniente a Jafet.
El Pacto Abrahamico (Gen.12:1-4; 13:14-17; 15:1-7; 17:1-8) es una de las grandes revelaciones de Dios concernientes a la historia futura, y en el fueron dadas profundas promesas a lo largo de tres líneas.
Primero de todo, fueron dadas promesas a Abraham de que él tendría gran descendencia (Gen.17:16), que tendría mucha bendición personal (Gen.13:14-15, 17; 15:6, 18; 24:34-35; Jn.8:56), que su nombre sería grande (Gen.12:2) y que él personalmente sería una bendición (Gen.12:2).
A través de Abraham fue hecha la promesa de que emergería una gran nación (Gen.12:2). En el propósito de Dios esto tiene referencia primeramente a Israel y a los descendientes de Jacob, quienes formaron las doce tribus de Israel. A esta nación le fue dada la promesa de la tierra (Gen.12:7; 13:15; 15:18-21; 17:7-8).
Una tercera área principal del pacto fue la promesa de que por medio de Abraham vendría bendición al mundo entero (Gen.12:3). esto tendría su cumplimiento en que Israel sería el canal especial de la revelación divina de Dios, la fuente de los profetas quienes revelarían a Dios y proveerían de la Escritura a los escritores humanos. En forma suprema, la bendición a las naciones sería provista a través de Jesucristo, quien sería un descendiente de Abraham.
El Pacto Mosaico fue dado a través de Moisés para los hijos de Israel mientras que estaban viajando desde Egipto hacia la tierra prometida (Ex.20:1-31:18). En Éxodo, y ampliado en muchas otras porciones de las Escrituras, Dios le dio a Moisés la ley que era para gobernar su relación con el pueblo de Israel. Los aproximadamente seiscientos mandamientos específicos están clasificados en tres divisiones principales:
a. Los mandamientos, conteniendo la voluntad expresada de Dios (Ex.20:1-26).
b. Los juicios, relacionados a la vida social y cívica de Israel (Ex.21:1-24:11).
c. Las ordenanzas (Ex.24:12-31:18).
La ley mosaica era un pacto condicional e incorporaba el principio de que si Israel era obediente, Dios les bendeciría, pero si Israel era desobediente, Dios les maldeciría y les disciplinaría. Esto es destacado especialmente en Deut.28. Aunque ya se había anticipado que Israel fracasaría, Dios prometió que El no abandonaría a su pueblo (Jer.30:11). El pacto mosaico también fue temporal y terminaría en la cruz de Cristo.
El Pacto Palestino (Deut.30:1-10). era un pacto incondicional en conexión con la posesión final de la tierra por parte de Israel. Este pacto se ilustra como una pacto básicamente incondicional y seguro en su cumplimiento; sin embargo, tiene elementos condicionales para cualquier generación en particular.
La promesa dada a Abraham en Gen.12:7, y reafirmada luego a través del Antiguo Testamento, sería que la simiente de Abraham poseería la tierra. No obstante, a causa de la desobediencia y el fracaso, Jacob y sus descendientes vivieron el Egipto cientos de años antes del Éxodo. Así, manteniendo el propósito de Dios, ellos volvieron y poseyeron, por lo menos, una porción de la tierra. Más tarde, a causa de la desobediencia y la negligencia a la ley de Dios, ellos fueron sometidos a los cautiverios asirio y babilónico. Otra vez en la gracia de Dios, les fue permitido volver después de setenta años del cautiverio babilónico y reposeer la tierra hasta que Jerusalén fue destruida en el 70 d.c.
Sin embargo, a pesar de todos los fracasos, a Israel se le promete que volverá a la tierra, vivirá allí en seguridad y con bendición y nunca será dispersada nuevamente (Ez.39:25-29; Am.9:14-15).
El retorno presente de Israel a la tierra es, por lo tanto, altamente significativo porque cumple la primera etapa del regreso de Israel, necesario para establecer el escenario para el fin de los tiempos. La vuelta de Israel será completada hasta el último hombre después de que Jesucristo vuelva y establezca su reino Mesiánico (Ez.39:25-29). Mientras que cualquier generación pudiera haber sido sacada fuera de la tierra por su desobediencia, el propósito final de Dios de traer a su pueblo dentro de su Tierra Prometida es incondicional y cierto en su cumplimiento.
El pacto palestino, de acuerdo a ello, incluye la dispersión de Israel por la incredulidad y la desobediencia (Gen.15:13; Deut.28:63-68), tiempos de arrepentimiento y restauración (Deut.30:2), la recolección de Israel (Deut.30:3; Jer.23:8; 30:3; 31:8; Ez.39:25-29; Am.9:9-15; Hch.15:14-17), la restauración de Israel a su tierra (Is.11:11-12; Jer.23:3-8; Ez.37:21-25; Am.9:9-15), su conversión espiritual y restauración nacional (Os.2:14-16; Ro.11:26-27), su seguridad y prosperidad final como nación (Am.9:11-15) y el juicio divino para sus opresores (Is.14:1-2; Jl.3:1-8; Mt.25:31-46).
El Pacto Davídico (2.Sam.7:4-16; 1.Cr.17:3-15) era un pacto incondicional en el cual Dios prometió a David un linaje real sin fin, un trono y un reino, todos ellos para siempre.
En la declaración de este pacto Iahveh se reserva el derecho de interrumpir el actual reinado de los hijos de David si era necesario el castigo (2.Sam.7:14-15; Sal.89:20-37); pero la perpetuidad del pacto no podía ser quebrantada.
Como el pacto Abrahamico garantizaba a Israel una identidad eterna como nación (Jer.31:36) y la posesión eterna de la tierra (Gen.13:15; 1.Cr.16:15-18; Sal.105:9-11), así el pacto davídico les garantizaba un trono eterno y un reino eterno (Dn.7:14).
El pacto davídico es el más importante en asegurar el reinado milenial, en el cual Cristo reinará sobre la tierra. David, resucitado, reinará por debajo de Cristo como un príncipe sobre la casa de Israel (Jer.23:5-6; Ez.34:23-24; 37:24). El pacto davídico es, por consiguiente, la clave del programa profético de Dios que aún está por cumplirse.
El Nuevo Pacto, profetizado en el Antiguo Testamento y que tendrá su cumplimiento primario en el reino milenial, es también un pacto incondicional (Jer.31:31-33). Como lo describe Jeremías, es un pacto hecho "con la casa de Israel y con la casa de Judá" (vs.31). Es un nuevo pacto en contraste con el pacto mosaico, el cual fue roto por Israel (vs.32).
En el pacto Dios promete: "Después de aquellos días, dice Iahveh: Daré mis leyes en sus corazones, y en sus almas las escribiré; y seré yo a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo" (vs.33). A causa de esta íntima y personal revelación de Dios, y su voluntad para con su gente, continúa en Jeremías 31:34 para declarar: "Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Iahveh porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Iahveh: porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado".
Este pasaje anticipa las circunstancias ideales del reino milenial donde Cristo reinará, y todos conocerán los hechos acerca de Jesucristo. De acuerdo a ello, no será necesario para una persona evangelizar a su vecino, porque los hechos acerca del Señor serán universalmente conocidos. También será un período en el cual Dios perdonará el pecado de Israel y les bendecirá abundantemente. Debería estar claro, dada esta descripción de la promesa del pacto como se da en Jeremías, que esto no se está cumpliendo hoy día, puesto que la iglesia ha sido instruida para ir por todo el mundo y predicar el evangelio a causa de que hay una casi universal ignorancia de la verdad.
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