domingo, 15 de enero de 2012

La Epopeya Urbina

Daniel Urbina La Epopeya Urbina





La Epopeya Urbina

REFLEXIÓN
Escribo estas líneas a manera de “Relación de Sucesos”, porque creo mi deber relatar al pueblo venezolano y al mundo globalizado mi versión de los antecedentes de lo que hoy acontece en este país, Venezuela, y que, como sueño que se desvanecía, se convertía en pesadilla al torcer por los caminos que transitó Cuba hace unos 50 años; aunque con la certeza de estar retornando por los senderos que Dios YAHWEH, de los ejércitos, mi ABBA del Evangelio, ha trazado.

Los Urbina han participado en los principales actos transformadores de los distintos escenarios en donde Dios ha querido que participen en un universo global que se remonta incluso al viejo mundo, y aun mucho más atrás, al mundo antiguo. Sus frutos son numerosos…

ORÍGENES TANTO EN EL VIEJO MUNDO COMO EN EL MUNDO ANTIGUO 

El apellido tiene como origen la torre de los Urbina en Urbina-Basabe, en la Montaña Alavesa. Por otra parte hay 3 pueblos como tal en Álava que se llaman Urbina. Urbina-Basabe, Urbina (Cuadrilla de Legutiano) y otro Urbina-Eza, en la cuadrilla de Cuartango. Yo pertenezco a la rama que se quedó en la Llanada Alavesa, en Aríñez y que pasó a Zumelzu, donde ha estado los últimos siglos (referencias escritas de al menos 250 años) y desde donde partió para América y otras partes de España. 

La etimología de Urbina se podría simplificar aduciendo que URE/URA=agua BI=dos NA=lugar, y hasta aquí lo que se conocía de este asunto, aun en la web antes de mi investigación.

Como resultado de mi profundización genealógica, Urbina-Eza y Urbina (Cuadrilla de Legutiano) comparten con Urbina-Basabe el tronco común debido a su procedencia del Reino de Aksum, África, que adoptó el cristianismo en el siglo IV en lugar de su religión original y del judaísmo, bajo el reinado de su monarca Ezana, en torno al 325 y fue el primer estado en usar la imagen de la cruz en sus monedas… 

La Casa Troncal del Solar de Urbina Urbina Eza


Coordenadas U.T.M. X=509.206


Y=4.747.474 Población: 14 habitantes. Altitud: 607 metros.


Otras denominaciones no oficiales: Urbina de Eza (Castellano).


Situado en las estribaciones de las sierras de Guibijo y Badaya.


En Urbina-Basabe se encuentra el conjunto arquitectónico que fue Casa de la rama troncal del linaje alavés Urbina. El edificio fue un centro bajo medieval de carácter religioso, administrativo y residencial. 


Se compone de un Iglesia monasterial de la advocación de San Pedro erigida a finales del siglo XII sobre otra edificación, de una torre defensiva adosada al templo y de otros edificios menos importantes yuxtapuestos a los anteriores. 


En 1458 alcanzó la apariencia actual y a principios del siglo XVI se construyó la actual espadaña exenta similar a las que hay por todo el valle de Kuartango.


Puede verse una lápida romana con signos solares, perfectamente conservada que se yergue junto al muro del presbiterio.


También es de reseñar el sepulcro de Martín Ortiz de Urbina, con estatua yacente e inscripción de 1458.


En la actualidad acoge salas de exposiciones en las que se exhiben los materiales encontrados en la reciente restauración del conjunto.

…Según Conti Rossini, Aksum habría sido fundado por semitas procedentes del reino de Saba que cruzaron el mar Rojo desde el actual Yemen; así, existe una ciudad etíope, en el período antiguo, llamada Saba que parece que fuera un asentamiento sabeo.

Aksum comerciaba con la India y el Imperio Romano (más tarde Imperio Bizantino), exportando marfil, caparazones de tortuga, oro y gemas, e importando seda y especias. El acceso de Aksum tanto al mar Rojo como al Alto Nilo hizo posible que tuviera una `potente flota naval y se benefició del comercio con varios estados africanos (Nubia), árabes (Yemen) e indios. De Nubia procede originalmente el apellido Urbina, de la zona septentrional de las montañas Nuba.

Nubia es la región situada más al sur de Egipto que se extiende a lo largo del valle del Nilo y por el norte de Sudán, entre la primera y la sexta catarata, aunque en tiempos antiguos fue un reino independiente. Nubia en la Antigüedad perteneció al reino de Kush, Ætiopía. 

En la antigüedad el territorio actualmente llamado Nubia, correspondía al citado en las fuentes bíblicas con el nombre de Kush, Cush o Cus, siendo muy influenciado por la cultura del antiguo Egipto e incluso durante las épocas de apogeo del Antiguo Egipto, lo que hoy es Nubia, fue una especie de virreinato egipcio.

Para la antigua Kemet (Egipto), Nubia era “Tai-Seiti” la tierra de la “gente del arco”, población que difícilmente podía ser subyugada, pues sabía utilizar sus arcos y flechas.

Las inscripciones de Jebel Suliman, en la ribera occidental, frente a la aldea de Degheim, muestran que Nubia fue conquistada por Dyer (3000 adC), el tercer faraón de la Dinastía I. Más adelante, el faraón Seneferu, de la Dinastía IV, predecesor de los faraones que construyeron las pirámides de Giza, ordenó inscribir que invadió Nubia y trajo a 100.000 cautivos y más de 200.000 cabezas de ganado. Este hecho refleja la codicia de Seneferu, pero también es indicio de la prospera población Nubia.

Uno de los templos más importantes fue erigido por la reina Hatshepsut (1490-1468 adC), en Buhen y dedicado a Horus, el dios halcón; otros en Semna oeste y en Dibeira. En Semna este (Kumma) ella dedicó su templo al dios Jnum y fue ampliado por su sucesor, Tutmosis III. También dedicó un templo Tutmosis III, en Semna oeste, a los dioses locales, a Dedwan, el dios del incienso, y dios de Nubia.

Faraones del Imperio Nuevo, como Ramsés II (1290-1224 adC), se elevaron a la realeza porque pudieron imponerse a los nubios, arrastrarlos a la derrota y la humillación. Los nubios y judíos construyeron los palacios de Ramsés, múltiples mansiones y templos.

Para mostrar su divinidad él no encontró nada mejor que construir su maravilloso templo en Abu Simbel. Ramsés II construyó en el centro de Nubia el templo de Aksha, y el Virrey Stau y su esposa fueron representados, adorándolo, en el templo de Faras.

Pero posteriormente Shabako, Taharqo y Pianjy vengaron a sus antepasados y condujeron sus carros de guerra hasta Kemet, para tomar en Menfis la Corona Doble de Alto y Bajo Egipto, fundando la dinastía XXV de Egipto. Permanecieron en el trono 67 años y sus monumentos todavía se pueden contemplar. Durante la vigésimo quinta dinastía destacaron dos reinos kushitas: el de Napata y, en especial, el de Meroe.

Tras las campañas de Alejandro Magno el territorio actualmente llamado Nubia fue denominado "Ætiopía" o, más precisamente: Baja Etiopía. El topónimo Nubia, es un término derivado del importante reino cristiano de Nobatia. Nubia fue sede de tres reinos cristianos, ellos eran -de norte a sur-: Nobatia, Makuria y Alodia.

El Imperio Islámico tomó, finalmente, el control del mar Rojo y de gran parte del río Nilo, forzando el aislamiento económico de Aksum. Sulayman ibn Abd al-Malik pudo tomar el archipiélago Dahlak a Aksum, que se hizo musulmán desde este momento.

Makeda, la reina de Saba, referida en los libros Reyes y Crónicas de la Biblia, el Corán, y en la historia de Etiopía, fue la gobernante de Reino de Saba, un antiguo reino en el que la actual arqueología presume que estaba localizado en el actual territorio de Etiopía y Yemen. Sin ser nombrada explícitamente en el texto bíblico, ella es llamada Makeda en la tradición de Etiopía, mientras que en la islámica es conocida como Bilqis o Balkis (aunque no en el Corán). Otros nombres asociados a ella son Nikaule o Nicaula. Según algunos autores la reina de Saba tiene origen búlgaro.

De acuerdo a estudios Bíblicos, el libro del Cantar de los Cantares, un canto que el Rey Salomón dedica a una mujer, es dirigido a la Reina de Saba, una mujer negra Etíope, de ahí que se vinculen las promesas divinas de Dios con el pueblo Africano y no con Roma.

En la tradición de la Iglesia ortodoxa etíope, se señala que Salomón tuvo un hijo con la reina de Saba, llamado Menelik I, quien sería futuro rey de Etiopía; y quien la tradición dice que sacó el Arca de la Alianza de Israel, llevándosela a su reino. Al volver su madre lo nombró rey, convirtiéndose de esta forma en Menelik I, que proclamó al pueblo etíope "pueblo elegido de Dios".

Según se cuenta, Salomón ofreció a Menelik de ser su sucesor y este se negó. A cambio, pidió regresar con gente de su corte para llevar a su tierra intelectuales y también sacerdotes, con lo que pretende alcanzar los logros de Salomón en su país. Salomón le hizo una copia del Arca de la Alianza también, para que pudiera llevársela a Etiopía. Menelik la substituyó por la real y se llevó la verdadera Arca a la capital, Axum, donde algunos cuentan que aún permanece, concretamente en la Iglesia de Santa María de Sión.

Otros indican que Menelik fue hijo del arquitecto del templo Hiram y precursor de los constructores. En la evolución del escudo de armas de la familia Urbina, el escudo tendría una torre o construcción o molino de agua en una versión más antigua. 

La tradición religiosa etíope atribuye la fundación de su iglesia a Felipe el Evangelista (Hechos de los Apóstoles, 8), quien habría logrado la conversión del tesorero del rey de Etiopía, tras encontrarse con él cuando el etíope regresaba de una peregrinación a Jerusalén. 

Una historia recogida por Rufino dice que en su tiempo un chico extranjero llamado Frumentio fue hecho esclavo de la corte real, y más tarde fue tutor de los hijos del rey. 

Cuando murió el rey, la reina pidió a Frumentio que le ayudara a gobernar Aksum. Él rechazó la libertad y se quedó hasta que el hijo de la reina, Ezana, fue lo suficientemente adulto para gobernar. Frumentio fundó muchas iglesias cristianas y cuando Ezana llegó a ser rey hizo del cristianismo la religión oficial de Aksum.

Frumencio, tras lograr la conversión de Ezana, fue enviado por el monarca a Alejandría a solicitar del patriarca copto, San Atanasio el nombramiento de un obispo para Etiopía. Atanasio eligió al propio Frumencio, quien se convirtió así en el primer abuna de Etiopía. En los siglos siguientes, el patriarca copto de Alejandría nombraría siempre a un copto (egipcio) como abuna o arzobispo de Etiopía.

Se cree que como Makeda era el nombre original de la reina, el linaje familiar ancestral (léase Urbina en la actualidad) oriundo del reino cristiano de Makuria decidió eliminar el prefijo Mak de la lengua Ge'ez, la antigua lengua semítica de Etiopía, para romper con la lengua del antiguo reino de Saba, y con la base uria y/o ubia degradó la M inicial á n y la desplazó hacia el final del nombre anteponiéndola a la a, generándose entonces Urbina.

Sin embargo, la rama de la que procedo directamente, conservó de Saba la raíz sabe en Urbina-Basabe; pero antepuso el prefijo del nombre musulmán equivalente a Makeda en Balkis, es decir Ba generando Basabe. 

En el siglo V, se produjo la llegada a Etiopía de los Nueve Santos, monjes monofisitas que huían de las persecuciones que siguieron al Concilio de Calcedonia, y que tienen un papel capital en la historia de la Iglesia etíope. Fundaron numerosos monasterios, y tradujeron al ge'ez la Biblia de los Setenta.

En este orden de ideas, Urbina (Cuadrilla de Legutiano) proviene del reino norte cristiano de Nubia, Nobatía, de donde conserva aun la raíz tía conexo con el sufijo no desprendido del prefijo No; y se cree que de una manera más elaborada es el resultado de anteponer el sufijo legu asociado al latín legere, reunir, y lego, secular, vinculado a los monjes autores de la antes mencionada Biblia.

Para concluir esta etapa de la genealogía, debo señalar que los reyes aksumitas remontaban su linaje a los reyes de Israel David, Salomón y la Reina de Saba. La herencia real y el título fueron reclamados y usados por todos los emperadores de Etiopía. Hay evidencias de que en Etiopía se hablaban lenguas semíticas al menos desde el 2000 a.C.

El territorio alavéz nunca fue conquistado ni dominado por fenicios, cartagineses, romanos o árabes; los alaveses siempre fueron independientes hasta que se entregaron a Castilla en 1332. Su credo es la acción y la obra bien hecha. Sus armas preferidas son la profunda religiosidad, la fuerza, la generosidad en la entrega, el tesón, el trabajo, el sentido de la responsabilidad, el oficio, la profesionalidad, la férrea voluntad, la probidad, el espíritu de iniciativa, la audacia y cautela combinadas, el riesgo calculado, la buena administración, la discreción, y la lealtad. No debe perderse de vista que los mahometanos atacaron preferentemente los territorios correspondientes a la primera evangelización, los cristianizados ya en tiempos apostólicos o inmediatamente posteriores y que España fue invadida por ellos excepto los reinos de Castilla y Aragón, que en la boda entre Isabel la Católica, reina de Castilla, y Fernando, rey de Aragón, se consolidó la alianza poderosa que, con la anexión del Valle y las montañas de Álava, expulsarían a los musulmanes de la tierra convertida al cristianismo por Santiago el evangelista. 

Asentados en Guadalajara en el siglo XVI, fue miembro destacado Don Diego de Urbina, valeroso militar que combatió junto a Don Juan de Austria en la Batalla del golfo de Lepanto (¨la más grande ocasión que vieron los siglos¨ en donde 12.000 cristianos esclavos recobran la libertad) el 7 de octubre de 1571, quien antes de entrar en batalla, izó un Crucifijo en la galera que capitaneaba, La Marquesa, ante el que la tripulación oró de rodillas. Fue oficial Superior del autor del Quijote, Miguel de Cervantes Saavedra en la nave que con la imagen de La Virgen de Guadalupe apuntaló el triunfo de los cristianos en dicha batalla. 

Leamos un texto derivado de la obra "Tras la estela del Dragón", novela histórica de aventuras publicada en la web oficial (2005) de José Angel Muriel Glez. 

...Corría el mes de Yumada al-Awal del año 979 de la Hégira. Los italianos y los españoles llamaban Lepanto a aquel puerto del Peloponeso y a la vasta ensenada que conformaba la bocana de los golfos de Patrás y Corinto a su derredor. En dicho fondeadero se habían reunido los trescientos treinta barcos de toda clase que componían la flota otomana para enrolar hombres y embarcar a los jenízaros de las guarniciones de Grecia. Por encima del bosque de palos y cordajes ondeaban gallardetes turcos y estandartes verdes con tres medias lunas. Aquella mañana, muy temprano, los serviolas turcos divisaron la armada cristiana cuando doblaba el cabo, en formación de cruz latina o águila según la tradición naval hispana y con las velas hinchadas por el aire caliente que soplaba. Así que soltaron todo el trapo y, poco después, comenzó la refriega.

Después de horas de cruenta batalla, la formación otomana, inicialmente dispuesta en forma de luna creciente, se había deshecho, perdiendo la ventaja que esto le proporcionaba, pues los turcos eran superiores en número y en el ancho de su línea. El viento había comenzado enseguida a soplar en su contra, dificultando que tuvieran la iniciativa en las maniobras de acercamiento y cegándoles con el humo provocado por el uso de las baterías. Las galeazas de la Santa Liga, mejor artilladas que las galeras turcas, daban a los europeos unas ventajas importantes y actuaban incapaces de recomponerse y estaban agotando las municiones. A pesar de su poderío, la flota otomana nunca superaría las cotas marcadas durante los años en que los hermanos corsarios Baba Aruy y Jair al-Din, apodados Barbarroja por los cristianos, dominaban los mares y eran el azote de las costas.
En el flanco del Pachá Ulach Alí, un antiguo fraile italiano convertido al Islam que hacía 
frente con éxito a la flota papal capitaneada por Gian Andrea Doria, no sabían aún que la Sultana, el buque insignia del almirante Müezzenade Alí, había caído en poder de Juan de Austria, el altivo hermano del monarca español, y la cabeza del adalid había rodado sobre la cubierta para ser ensartada después en una pica. El almirante turco había previsto una maniobra envolvente con su escuadra por el ala derecha de la flota coaligada, con el fin de empujarla hacia el interior del golfo y encerrarla en él, pero su intento había sido mal calculado y resultó trágicamente fallido. Si se propagaba la triste noticia, no podrían impedir las insurgencias en las galeras y las sediciones de quienes poseían menos agallas. De hecho, la consternación ya minaba la moral en el núcleo de la flota otomana y éste se rompía batiéndose en retirada. Mehmet Sulik, en la otra ala, también había sido derrotado.

Por el contrario, la escuadra del corsario Ulach Alí, que no había logrado rodear las naves de Andrea Doria para tomar su popa, estaba atacando el grueso del grupo, haciendo estragos en sus líneas, y había abierto un hueco entre las abigarradas naves para llegar al corazón de la flota contrincante. 

Uno de los bajeles que se lanzaba con bravura en este sector sobre las galeras venecianas era el jabeque Al-ilah Radjul, el Soldado de Dios, una embarcación de tres palos que, por su ligereza, navegaba velozmente tanto a vela como a remo. Estaba tripulada por leales árabes que se habían incorporado a la contienda procedentes de Egipto y Siria, los territorios mamelucos que el sultán de Constantinopla Selim I el Severo había anexionado a su imperio en 1517. Con tanto fervor como furia, a pesar de haber dormido al raso con una mísera manta de piel durante días, los marineros desfogaban su aversión contra los infieles, haciendo uso de sus armas de fuego de pequeño y gran calibre contra los veteranos militares cristianos. 

Sobre este navío servían Zeid Ali Ibn Lokma y su hermano mayor Asad Ibrahim, jóvenes de firme creencia y plena confianza en el vasto poder de la Sublime Puerta, la Corte califal de Estambul y el Gran Turco, Selim II, hijo de Suleyman el Legislador, que prometía adueñarse de todo el Mediterráneo. Zeid veía a Asad agazapado en la proa, organizando a la tripulación y blandiendo su cimitarra para encabezar el siguiente enfrentamiento. Creía así cumplir su cometido como buen musulmán. En cambio, a Zeid aún le invadía el miedo. 

El cómitre hizo restallar el látigo y sacudió a los galeotes, de cuatro a cinco por remo, para que aumentaran el ritmo. El impulso de los esclavos cristianos les hizo salir al encuentro de la Marquesa, una galera de escaso tonelaje que avanzaba dando bordadas. Sus tres mástiles de nogal enarbolaban grandes velas cuadradas, desplegadas y henchidas por el viento favorable, y en cada banda se contaban veinticinco pesados remos de haya, con cinco hombres en cada uno de turbio pasado e incierto futuro. Sus cañones vomitaban fuego y habían echado a pique a la última fusta que se había atrevido a acercarse. Pero el Soldado de Alá había conseguido acortar lo suficiente la distancia como para hacer previsible un abordaje inminente. 

Todo el maderamen del barco temblaba y las cuadernas gemían quejumbrosas ante cada andanada. Extraños rumores, violentos estampidos y un fuerte olor a pólvora sofocaban los sentidos en tan reñido combate. La humareda de las constantes andanadas no se desvanecía, ni siquiera el Sol podía diluir las sombras. Zeid se sobrepuso al hedor de las camaretas donde bogaban los remeros y comprobó cómo los reflejos de luz teñían la superficie de las olas y, bajo las aguas turbulentas, se deslizaban los cardúmenes de peces, cuyas sombras se proyectaban en el blanco lecho. Ese sosiego contrastaba con el terror y la desesperación que asolaban las cubiertas, con el silbido de las flechas y de los disparos en ráfaga retumbando sobre el mar. Grandes proyectiles de hierro hendían el aire y se abrían paso con fragorosos crujidos, creando gran estrépito e infligiendo graves desperfectos. Los de piedra caliza se fragmentaban funcionando como metralla que provocaba mayor mortandad y destrozo. 

La Marquesa no pudo evitar la colisión. La nave egipcia la embistió por la popa con su espolón de robusta madera e hierro forjado, que sobresalía desde la roda, y una tremenda convulsión azotó la nave, entre montañas de espuma. Se dobló la sólida arboladura y crepitó el velamen. La compañía de Diego de Urbina, que viajaba a bordo de la galera, se dispuso para el ataque. Inmediatamente, los árabes empezaron a saltar sobre la borda, conquistando su popa por medio del espolón, que usaban como puente. 

-¡Alá nos proteja! –exclamaron con renovados ánimos. 

Delante de todos iba Asad, sin duda el más valiente. Parecía actuar independientemente, pero en realidad alentaba el intrépido asalto de los hombres que le seguían. Instigados por un odio exacerbado, manejaban sus armas con cólera. Zeid corrió rezagado al encuentro, deseando haber estado más cerca de su querido hermano. Pero, en aquellos instantes, los pensamientos se perdían en la mente, más atenta a los continuos peligros que les acechaban. En efecto, sobre los estridentes chillidos de los moribundos, tronaba la artillería y las cargas estallaban violentamente haciendo trizas los mástiles y las vergas. Los abordajes se sucedían y la lucha cuerpo a cuerpo se recrudecía. 

La crueldad se desató implacable sobre la Marquesa, entablándose un encarnizado duelo.

Los Tercios españoles vieron precipitarse sobre ellos las hordas turcas, que parecían imparables. El acero cortaba carne, partía huesos y desgarraba miembros. En el fragor del combate, sólo se oían blasfemias y gritos furibundos entre los numerosos hidalgos de uniforme multicolor y los valerosos aliados del almirante Müezzenade Alí, cuyas artimañas no habían bastado para demostrar su invencibilidad y ahora yacía decapitado como pasto de peces y moluscos. 

Cuando Zeid abordó la Marquesa, se apilaban los muertos, horriblemente deformados por estocadas o disparos, con los cráneos partidos entre salpicaduras de masa encefálica. Charcos de sangre bañaban sus pies y las entrañas se desparramaban sobre las tablas suscitando en él una sensación nauseabunda. Algún cuerpo se removía entre la pila inerte de caídos. Sorteó los aparejos rotos y pasó sobre un amigo con el pecho agujereado por un balazo. Aquella monstruosa batalla se volvía cada vez más macabra e intrincada y muchos compañeros estaban pereciendo. Los musulmanes eran fieros como la peor de las alimañas, pero estaban siendo repelidos con relativa facilidad y el abordaje no terminaba de consolidar posiciones. No obstante, Asad estaba convencido de que los infieles encontrarían en Lepanto el castigo a todos sus crímenes y delitos. 

-¡Bajo cubierta! –imprecó el corpulento capitán Diego de Urbina desde la pasarela de crujía que comunicaba los castillos de proa y popa, dirigiéndose a uno de sus hombres, un apuesto joven de aspecto lamentable y enfermizo, que subía a cubierta encasquetándose el morrión-. ¡Vuestras fiebres impedirán que os defendáis solo de los moros y no puedo vigilar vuestra espalda! 

-¡No hará falta, señor! –protestó el hidalgo impaciente, desobedeciendo las órdenes de sus superiores con paso trémulo y ojos llameantes de fiebre. Sus piernas flaqueaban, pero no así su valor-. ¿Qué se diría de Miguel de Cervantes cuando hasta hoy ha servido a Su Majestad en todas las ocasiones de guerra que se han ofrecido? Así, no haré menos en esta jornada, aun enfermo y con calentura. ¡Ponedme en parte peligrosa para poder morir gloriosamente luchando contra los berberiscos por Dios y por mi rey! 

La lluvia de saetas seguía azotando a su compañía, así que, sin tiempo para admirar el coraje del soldado, el capitán transigió pesaroso ante la necesidad de refuerzos y desesperado porque el conjunto de los enemigos era incontrolable, permitiendo que el patrón de la galera, Francisco de Sancto Pietro, lo colocara en el lugar del esquife, al mando de doce soldados, enfrentándose al peligroso grupo de agarenos que abordaba la popa. Corría el riesgo de perder en el trance a aquel marino castrense, pero confiaba en su firmeza y, aunque apenas se sostenía en pie, aferraba la empuñadura de su sable haciendo presión sobre los atacantes. 

Zeid se unió a la lucha, mirando a aquel español, enemigo pero bravo después de todo. Empuñó su formidable espada y con ella cercenó los dedos de una mano al primer oponente que se le interpuso, para luego meter la afilada punta en su seno. Asad continuaba más adelantado, en lid con varios caballeros. Sudaba copiosamente, debido al esfuerzo de mantener la posición frente a los aguerridos defensores. 

Poco a poco y sin reposo, se introducía en el puente, atacando con rabia desenfrenada. Se escudaba en quienes iban tras él prestándole apoyo, pero en un momento dado, su espalda quedó desprotegida, cuando cayeron muertos los dos hombres que le ayudaban. Zeid pudo anticiparse con la imaginación a lo que iba a suceder, pero le era imposible terminar de batirse con el fornido soldado que se le echaba encima antes de poder advertir a su hermano. 

Los españoles acorralaron al indómito Asad, que no pudo zafarse. Una hoja penetró en su costado y una maza le agredió en el vientre. Con los labios contraídos, enseñando los dientes y las encías en una mueca de agudo dolor, Asad aún se resistió y acabó con uno de sus contrincantes. Pero, aunque a juzgar por sus energías parecía indudable que no estaba herido, sangraba abundantemente. Recibió otro golpe en la espalda y cayó derribado, entre espasmos. 

-¡No! –gritó Zeid sobrecogido, mientras forcejeaba con su adversario. Para deshacerse de él, le atizó en la cara con la guarnición de la espada. 

Envainó el alfanje en el tahalí, arrebató el arcabuz cebado al rival que había doblegado y corrió apresuradamente sobre los cadáveres, esquivando a los combatientes y desviando sus estocadas con el cañón del arma. A medio camino, intentó disparar contra el asesino de su hermano para hacerle pagar su vileza, pero el arma no funcionó. Sin embargo, otro balazo abatió a aquel hombre con certera puntería antes de que Zeid alcanzara el cuerpo de Asad, que tenía en el dorso una fuerte hemorragia y el abdomen rígido, probablemente por alguna fractura de costilla. Un hilillo de sangre fluía de sus labios, manchando la barba negra y el atezado rostro, pero ya había expirado. 

Mientras Zeid, postrado en el suelo con la cabeza de su lívido hermano en el regazo, lamentaba su fallecimiento sollozando por la insólita desgracia, la afrenta proseguía. Un español que se había percatado de la distracción del árabe se aprestó a darle muerte. Pero no había llegado la hora final de Zeid Ibn Lokma. 

Las piezas de artillería emplazadas en una nave española cercana abrieron fuego y sus descargas estallaron entre nubes de chispas y relámpagos segando todo lo que encontraban a su paso. La oleada de cañonazos acertó en el casco del Soldado de Alá y su atroz detonación hizo temblar todo el jabeque. Con la vigorosa sacudida, que se extendió hasta la galera abordada, el atacante de Zeid perdió el equilibrio y cayó. Sin embargo, aquel día la fortuna no sonreía a Zeid y la providencia divina no pudo ampararlo totalmente. Las esquirlas de metralla y los fragmentos de madera volaron antes de que pudiera guarecerse, produciéndole múltiples rasguños. Una astilla le golpeó en la cara arrancándole el ojo derecho. Soltó un gemido y se llevó los dedos al semblante, tratando de extraer el trozo de madera que se le había clavado junto a la nariz. 

La onda expansiva de la explosión había causado estragos también en la Marquesa. El agua se filtraba por numerosos poros que la metralla había abierto en el casco. A bordo de la galera los hombres se recuperaban del impacto, pero seguía la mortal confrontación y el abordaje se había invertido, pues los españoles saltaban ya sobre el jabeque egipcio. Zeid alzó la mirada de su único ojo, encontrándose frente a frente con el implacable arcabucero enfermo que había insistido en combatir a toda costa y que estaba a punto de atravesarle con su sable. 

Asustado y débil, Zeid, que no estaba dispuesto a sucumbir, reaccionó instintivamente y, recostado sobre el dorso, levantó con ambas manos el cañón de su arcabuz, con la esperanza de que esta vez no le fallara. La sangre se agolpaba en sus sienes, palpitando dolorosamente. Antes de que apretara el gatillo, el hombre que respondía al nombre de Miguel de Cervantes había recibido otros dos impactos de mosquete en el pecho que frenaron su ímpetu sin causarle heridas de gravedad. Pese a todo, el atribulado Zeid disparó dirigiéndole el tercero. El pulso le tembló y sólo atinó a destrozarle la mano izquierda, que el español había adelantado para entorpecerle. Éste retrocedió tambaleándose, muy pálido; el intenso dolor le hizo desplomarse sin sentido, aunque, tras recobrarse, seguiría combatiendo. 

Una vez asegurado el centro de su flota, Juan de Austria se abría paso, acudiendo en ayuda de las castigadas naves de Andrea Doria. Tras más de cuatro horas, la victoria se había decantado del lado cristiano, a pesar de haber perdido diecisiete galeras y ocho mil hombres. Las pérdidas turcas eran más cuantiosas; la mayor parte de su flota estaba siendo capturada, cuando no hundida. 

Zeid, deseoso de conocer la suerte de sus amedrentados compatriotas, se sintió invadido por la frustración. Los hijos del Profeta estaban siendo barridos atropelladamente de los talares, las superficies inclinadas y saledizas en ambos costados donde se apostaban los remos de la galera, y los supervivientes, rechazados con brusquedad, se zambullían en el mar sin poder volver al Soldado de Alá para buscar refugio. El fuego devoraba el navío, que ardía como una hoguera y zozobraba en precario equilibrio, por lo que los ocupantes se arrojaban al agua antes de perecer abrasados y se había botado una chalupa para evacuarlo. Algunos españoles seguían aventurándose a abordarlo para liberar a los galeotes de sus grilletes en las bancadas. 

En medio de la confusión, Zeid fue empujado hacia la banda de estribor de la Marquesa. Descargó un poderoso culatazo sobre la cabeza de un español que intentaba impedir su huida, acabando definitivamente con su vida, y, a continuación, como un fugitivo más, se sumergió en el mar, casi inconsciente. 

Nunca sabría cómo escapó a la muerte, pero lo cierto fue que no llegó a ahogarse en aquel golfo plagado de pecios en llamas y restos de cuerpos mutilados, donde las naves parecían encalladas entre despojos y cadáveres. Alguien, con mayor caridad que pánico, lo subió a uno de los botes que abandonaban el campo de batalla, en busca de un galeón en el que pudieran embarcar y marcharse. 

La quilla de la barca rompía las crestas de las olas, esquivando las granadas de mano lanzadas desde las barcazas enemigas. Los marineros remaban con furia, tensando los músculos e impulsándose con los pies para no aminorar la velocidad. Alargaban las paladas para avanzar más y fatigarse menos, pero resoplaban al límite de la extenuación. Zeid, malherido y exhausto, no les fue de utilidad. Se limitaba a contemplarles con el rostro devastado por el dolor. 

Detrás dejaban a los vencidos, a muchos de sus amigos apresados, mientras se desarrollaba el final del conflicto naval, que aún duraría hasta las cuatro de la tarde, cuando la amenaza de tormenta y las aguas picadas obligarían a los miembros de la Santa Liga a buscar abrigo en la costa

….Volviendo a Cervantes y Urbina, allá había descendido Cervantes para acompañar a los aguadas y cuando embarca de nuevo, ya padece las fiebres terciarias o paludismo actual. A las voces de armas acostumbradas para entrar en acción, en el amanecer de aquel 7 de octubre de 1571, cada quien se dispuso a tomar el puesto asignado...

….Miguel, enfermo con temperaturas intermitentes, recluido en su camastro no pudo resistir la tentación, y de un salto estuvo al frente de su Capitán Sancto Pietro, obteniendo su permiso... Dos descargas de arcabuz romperán el pecho de Miguel de Cervantes, quien se arrojó en demostración inigualable de valor al abordaje del enemigo, y un tercero daría en el dorso de su mano izquierda destrozándole aparatosamente los tejidos superficiales y tendones de los músculos extensores de los dedos...

...Recogido por el Capitán Urbina -su Comandante- sería regresado a La Marquesa traído como muerto; pero ante el clamor de las trompetas y las exclamaciones de victoria, se enderezó para acompañar al coro que vivaba ululante a don Juan de Austria...

...Después de ello, Cervantes habrá de ser enviado para su recuperación al Hospital de Messina, donde permanecerá bajo los cuidados del doctor Gregorio López, médico personal del supremo Comandante....

...A su paso por el Golfo de León y frente a las costas francesas de Las Santas Marías de la Mar -puerto consagrado a las canonizadas María Jacob, María Magdalena y Sara -fiel servidora-, un temporal separa su galera del resto de la flota. Tres embarcaciones turcas al mando del arnaut Dali Mamí -el cojo- los toma por sorpresa y sin oportunidad de defensa...

...Treinta mil habitantes en la ciudad amurallada de Túnez, a donde fueran conducidos, seguirán viviendo cómodamente, mientras veinte mil extranjeros adquiridos o no por amo alguno, cumplirán las labores de servidores públicos...

...Sin embargo, una vez pasadas esas primeras horas en las que se desahogaban los espíritus, la convivencia llegó a ser el común denominador y es el caso de afirmar cómo Miguel de Cervantes la absorbió de tal forma que nos permite repetir sin duda alguna, si cautivo en Argel, de esta tierra salió cautivado sin que una sola expresión peyorativa le hayamos podido endilgar con respecto a ella, en ninguna de sus obras...

…Allí se hablaban las lenguas árabe, el bereber, el español, la lengua franca - mezcla de todas- y el turco de los notables y dirigentes; además se gozaba de cierta libertad condicionada. Sin embargo esto no impidió a Cervantes intentar en repetidas ocasiones la fuga, todas ellas fallidas y que lo tuvieron al borde del más ejemplarizante de los castigos: la muerte...

...Fue entonces cuando, descubierta una cueva en barrio cercano a la playa, invitó a catorce compañeros para acompañarlo -cristianos principalmente y letrados quienes allí escondidos, no serían echados de menos y fácil después de algún tiempo prudencial, escapar...

...Aquel grupo de amigos de Cervantes se mantuvo oculto en la cueva hasta cuando una semana antes del 28 de septiembre, fecha acordada para el arribo de la goleta que los conduciría a España, el guía y supuesto amigo de Cervantes, optó por traicionarlos, hombre de apellido Dorador, el mismo responsable de llevar los alimentos hasta la cueva...

...La conducta de Cervantes al ser descubiertos, y llamado a responder ante el Comandante turco Hassan Pachá, sería ejemplar. Haciendo alarde de solidaridad y valor sin límites, asume la responsabilidad en el hecho, liberando a sus amigos de toda culpa, demostración de nobleza que conmueve al jerarca musulmán quien lo toma a su servicio, llevándolo a la alcazaba o guarnición militar....

...Pero como la labor de los monjes Trinitarios no terminaba, después de liberado Rodrigo, mediante súplicas logró la atormentada Leonor de Cortinas convencerlos de cómo un préstamo para su liberación sería ampliamente satisfecho en las demandas por ellos requeridas...

…Fue así como Fray Juan Gil y Antonio de la Bella lograron, con doscientos escudos, reunir la suma acordada de 500 de éstos en oro exigidos finalmente por su rescate, validos de las 30 docenas de finos bonetes adquiridos a precios irrisorios en la tienda de don Juan Pacheco en Toledo, para venderlos en Madrid y llevar su producto a las arcas turcas, dineros que conmovieron el corazón de Hassan Pachá, dejando en libertad a quien a su servicio había dado también férreas pruebas de lealtad...

...Con la insignia de los Trinitarios, embarca ese domingo o día de solis -24 de octubre de 1580- en la galera del acaudalado Antón Francés, para llegar a Denia, en el Alicante español. A la casa Número 57 de la calle de Atocha golpean el aldabón aquella mañana de septiembre. La exclamación es de alegría que al repetirse y salir la familia, han de percatarse cómo el esperado se hace presente de nuevo, casi como si de milagro se tratara...

...Convencido y esperanzado en un recibimiento similar por parte de los miembros de la Corte de su Patria, a los pocos días viaja a Portugal donde se ha establecido ésta temporalmente, después de unificada la Península...

...Sin embargo, solo encuentran en el recién liberado y supuestamente conocedor de la zona, la persona indicada que por doce ducados acepte llevar allí una correspondencia, y recoja además otros documentos también en Mostagán, para estar de vuelta en julio de 1582...

...También el teatro ha despertado su pasión. Conoce a Ana Franca de Rojas con quien comienza a departir, introduciéndolo ésta al Director Jerónimo Velázquez, hombre adusto quien aceptó leer las obras traídas por ella del manchego manco...

...Sin embargo, decide dirigirse a la Corte con carta fechada el 17 de febrero de 1582, solicitando ser enviado a América, esta primera vez sin respuesta alguna...

...Enamorada de quien arguye aceptarlo sólo a él, Miguel le cree, mucho más cuando de esta relación aparece como partícipe en el silencio de la discreción, otra artista llamada Helena de Osorio, cuyo esposo comerciante nadie conoce; mas existe, siendo suplido por un autor teatral: Félix Lope de Vega y Carpio...

...Las causales de éxito habrán de ser también de celos profesionales, porque éste, anterior a Cervantes y con muchas más obras escritas, entre las que se destacan Jerusalén Conquistada, Dorotea, La Gatomaquia, La Estrella de Sevilla, Dragontea y Fuente Ovejuna, no concibe el tratamiento semejante otorgado a las suyas...

...No sabía él cómo, por esa época los lazos afectivos de Ana Franca la ligaban íntimamente a Miguel mediante la criatura gestada en sus entrañas, cuyo nombre de pila dado en la misma parroquia madrileña sería el de Isabel, haciendo honor a la abuela materna...

...Pero a su vez, Lope de Vega, queriendo retirar de la competencia teatral a Miguel, habría de abandonar su relación con Helena de Osorio, de la cual disfrutó varios años, para hacerlo ahora con la sobrina del connotado empresario...


Prestigiado en su tiempo como pintor del rey Felipe II, Lope de Vega le dedicó versos elogiosos en el Laurel de Apolo:

O generoso Urbina, si vivieras,
Y a retratar el gran Parnaso fueras,
¡Qué lienço tan hermoso, y de tan raras
Figuras, que dexaras
Al Sol del mundo, al inmortal Filipe!
                                                               (Lope de Vega, Laurel de Apolo con otras rimas, Silva nona.)

...Buscando alcanzar las deferencias de su benefactor la enamora, pero de otra relación con Isabel de Urbina, una niña llamada Marcela será luego su heredera en Toledo...

...La muerte de su contemporáneo de literatura, maestro y amigo Pedro Laínez, asistente de Cámara que fuera del Príncipe Carlos, habría de cambiar el destino de Miguel. Su viuda, Juana Gaitán, lo ha llamado, para rogarle sea él quien recopile los escritos del académico y poeta fallecido, y con ellos editar el Cancionero que fuera ilusión de su existencia...
...En una villa como éstas, llena de hijosdalgos caballeros y damas, la vida social compensaba el hastío de quienes como doña Juana, eran poseedores de grandes tierras y hacienda...
…...Cervantes era poseedor de muy escasos recursos económicos y para completar, carecía de función su mano izquierda, ninguna de cuyas tres condiciones le auguraba la felicidad a la madre, quien pretendía lo mejor para su hija...

...Por todo esto sería difícil para el experimentado Miguel, alcanzar integración con la familia de la novia; pero la indisposición mayor se sucedería una vez conocida de la madre la existencia de Isabel, la hija de Miguel con cierta comediante sin que éste lo hubiera confesado antes de contraer matrimonio aquel 12 de diciembre de 1584, celebrado justamente en la Iglesia de Santa María de la Asunción -catedral de Esquivias-.

….Entretanto, Cervantes ha emprendido viaje a Valladolid, a donde también por sugerencia suya lo han hecho sus hermanas Andrea, ahora de Sotomayor, acompañada de su hija Constanza, desposada ésta y separada a temprana edad de un tal Antonio Ovando. Y Magdalena, mostrando a la hija de Miguel y Ana Franca -Isabel- cual criada suya...

...Hacia la capital castellana va entonces Miguel ya libre, en compañía de su esposa. Pero fue también allí donde cerca de su casa, el caballero de la Orden de Santiago y natural de Navarra, don Gaspar de Espeleta, fue atacado a cuchillo, a cuyas voces de auxilio acudió Cervantes...

...Muerto este caballero, el Alcalde Cristóbal Villarreal ordenó su prisión y de toda su familia, liberándolos tiempo después; porque del expediente se desprendió la captura bajo indicios de culpabilidad, de un tal Simón Méndez...

...La responsabilidad indirecta de la hija tampoco se descartó, y más, conociendo que casada con el caballero Diego Saz de Aguilar, mantenía secretos amores con Juan de Urbina hombre desposado, a quien también llamaron Isabel y su parentela...

...Muerto el señor Saz al enterarse de la traición, se hacía necesario darle padre a la criatura, y a solicitud de Cervantes, al ultrajante Urbina se conminó para otorgar una dote a Isabel, con la cual hallar el protector para su hija; responsabilidad aceptada por el ciudadano Luis de Molina, quien ante el incumplimiento de la palabra empeñada y avalada por el autor del Quijote, demandó el compromiso firmado por ambos y por tal, Miguel debió ir una vez más a la cárcel en Valladolid, saliendo de allí cuando el señor Urbina, canceló lo prometido, hechos que condicionaron el regreso de su esposa Catalina a Esquivias...

...Una alegría habría de experimentar Cervantes en Valladolid: la noticia de haber sido publicada por Blas de Robles -quien abierta su tienda en esa ciudad le había comprado los derechos-, editada en Madrid a donde éste se desplaza -y en la imprenta de Juan de la Cuesta-, la primera parte del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha cuando corría el año de 1605 y con éxito comenzaba a ser traducida a diferentes idiomas, agotada en poco tiempo su edición...

...Cervantes es recibido ahora en la Congregación de Esclavos del Santísimo Sacramento, cuando ya su corazón comienza a mostrar debilidad en su función. Va a Esquivias en busca de su esposa y entre esta villa y Madrid han de transcurrir sus postreros años. Ya ha escrito la mayoría de sus obras y en la capital del Reino se hallará arruinado, porque las utilidades producidas por sus libros apenas le dejan pasar sus días...


Pleito de la Hija de Cervantes con los Testamentarios de Juan de Urbina

Saavedra, Isabel de (1584-1652).

Hija natural de Miguel de Cervantes, nacida en Madrid en 1584 y fallecida en su ciudad natal en 1652. Fruto de los amores adúlteros entre el escritor alcalaíno y la tabernera madrileña Ana Franca de Rojas, está considerada por la crítica cervantina contemporánea como la única descendiente del autor del Quijote, quien no tuvo hijos en su matrimonio con la toledana Catalina de Salazar y Palacios.
En septiembre de 1584 nació en Madrid Isabel, en el seno del matrimonio formado por el antiguo comerciante asturiano Alonso Rodríguez y su mujer Ana Franca de Rojas, que a la sazón regentaban una populosa taberna en la calle de Tudescos, concurrida por dramaturgos, comediantes, directores de compañías y, en general, gentes relacionadas con el mundillo teatral. Uno de los parroquianos habituales de dicha taberna era Miguel de Cervantes, quien, al parecer, pronto entabló relaciones amorosas con Ana Franca, lo que dio lugar a que ésta se convirtiera en la madre de su único vástago conocido. Tres meses después del alumbramiento de Isabel, Cervantes ya estaba casado en la localidad toledana de Esquivias, con una repentina urgencia que tal vez sea indicio de su necesidad de alejarse con presteza de los ambientes que frecuentaba en Madrid (posiblemente, a causa de los rumores que empezarían a llegar a oídos de Alonso Rodríguez, el supuesto padre de la recién nacida).

Sea como fuere, lo cierto es que el tabernero de la calle Tudescos murió como padre de Isabel y de su hermana mayor (nacida de su unión con Ana Franca, poco antes de las relaciones adúlteras de ésta); y que, poco tiempo después -concretamente, el 12 de mayo de 1585-, perdió la vida también la joven madre de ambas. En sus disposiciones testamentarias, Ana Franca de Rojas encomendaba la custodia de sus hijas a un procurador madrileño que, el día 9 de agosto de 1599, se convirtió legalmente en el tutor de las dos hermanas huérfanas. Pero la sorpresa entre los estudiosos cervantistas surge cuando los documentos demuestran que, sólo dos días después (es decir, el 11 de agosto de 1599), una hermana de Miguel de Cervantes, Magdalena, reclamó para su servicio a la joven Isabel -a la sazón, quinceañera-, al tiempo que se comprometía a darle alojamiento y manutención durante al menos dos años; a ensañarle a coser, organizar y administrar una casa; y a abonarle en concepto de salario por su trabajo la cantidad de veinte ducados. La sorpresa se intensifica aún más cuando en el acta notarial que dio fe de esta extraña contratación se descubre que la joven Isabel, aunque queda inscrita como hija del mencionado Alonso Rodríguez, aparece citada como "Isabel de Saavedra", y tenida por descendiente del licenciado Juan de Cervantes (abuelo de Miguel y Magdalena). Al parecer, el escritor se sirvió de este rodeo legal para reconocer su paternidad y vincular a la joven a su auténtico linaje familiar; posteriormente, después de haber vivido con ella (y con casi todas las mujeres de su familia) en Valladolid, Cervantes regresó a Madrid y se trajo consigo a su hija natural, a la que otorgó legalmente el apellido de Saavedra. Una buena prueba de esta paternidad que, durante muchos años, mantuvo oculta el escritor complutense es la constatación de que Isabel, aunque había sido contratada en calidad de servidora por Magdalena, jamás desempeñó tal papel en el complejo núcleo familiar de los Cervantes, donde recibió siempre por parte de Magdalena el afecto destinado habitualmente a una sobrina, y mantuvo espléndidas relaciones con su prima Constanza (hija de Andrea, otra hermana de Miguel).

De nuevo en la Corte, la hija de Miguel de Cervantes (que, según su propia declaración en algún documento de la época, era analfabeta) contrajo nupcias alrededor del año 1606 con Diego Sanz del Águila, de quien tuvo al año siguiente una hija bautizada como Isabel Sanz del Águila y Cervantes. En 1608, la repentina muerte de su esposo dejó a Isabel de Saavedra viuda, pero no del todo desamparada, pues pronto saldrían a la luz sus relaciones con Juan de Urbina, un hombre casado que ejercía como secretario del duque de Saboya, y al que al parecer habían conocido los Cervantes durante su residencia en Valladolid. La "protección" de este Urbina llegó a tal extremo que abrió en Madrid una casa para alojar en ella a Isabel, vivienda alquilada a nombre de uno de los criados del secretario del duque y ubicada, casualmente, en la calle de la Montera, al lado de la residencia que ocupaba, en la calle de Jardines, el propio Urbina.

La sorprendente movilidad social -algunos cervantistas hablan de "arribismo"- de Isabel de Saavedra quedó bien patente el 8 de septiembre de 1608, cuando, a los pocos meses de haber enviudado, contrajo segundas nupcias con Luis de Molina, al parecer bien relacionado con Miguel de Cervantes. En el contrato matrimonial se afirmaba que Isabel aportaba al matrimonio diez mil ducados, suma imposible de conseguir por su padre, quien, un año antes, se había visto obligado a pedir al librero Robles un adelanto de cuatrocientos cincuenta reales. Parece innecesario añadir que la dote de Isabel de Saavedra procedía de la "desinteresada" generosidad del citado Juan de Urbina, quien, a pesar de sus dispendios, sabía velar por su hacienda: la casa de la calle Montera pasaba ahora a ser propiedad de la pequeña Isabel Sanz del Águila, aunque su madre podía seguir conservando el usufructo en tanto no muriese la niña, ya que, si esto ocurría, el heredero de la vivienda sería Miguel de Cervantes. Cuando, en 1609, falleció la pequeña nieta del escritor, se descubrió una cláusula secreta por vía de la cual la propiedad regresaba a manos de Urbina.

La disputa surgida en este punto acerca de esta casa de la calle de la Montera supuso el distanciamiento definitivo entre Miguel de Cervantes y su hija Isabel. El 27 de marzo de 1610, Juan de Urbina reclamó sus derechos sobre la vivienda, cuando parecía que Isabel de Saavedra había sido autorizada para el usufructo durante toda su vida. Miguel de Cervantes -quien, según el falso contrato firmado para ocultar la presencia de Urbina en todo este embrollo, quedaba como legítimo propietario de la casa- se vio obligado a cumplir lo pactado por debajo de los documentos legales y renunció a sus derechos en favor del secretario del duque de Saboya, con la única condición de las rentas obtenidas por el alquiler de la vivienda fueran destinadas a obras de caridad. Esta decisión de su padre provocó las iras de Isabel de Saavedra, quien, a pesar de todo, siguió manteniendo complejas relaciones de negocios con Juan de Urbina, en las que también estaba implicado su marido, Luis de Molina. En 1614, el secretario del duque llegó a ser encarcelado por los pleitos interpuestos contra él por Isabel y su esposo, con lo que el peregrino triángulo quedó deshecho para siempre.

Luis de Molina murió en Madrid en 1632, después de haber dictado un testamento en el que, con fecha del 25 de diciembre de 1631, dejaba explícito que había "consumido y gastado" gran parte de la dote de su esposa, quien le sobrevivió por espacio de veinte años.

El más Grande de los Urbina quizás fue JUAN DE URBINA (1486-1529), SEÑOR DEL GIARDINO DI MILANO Y DE LA VILLA SFORZESCA, MARQUES D'OIRA, CONDE DE BORGOMANERO Y COMENDADOR DE HELICHE EN LA ORDEN DE ALCÁNTARA (1528-29); SOLDADO INFª ESPAÑOLA (1502), ALFÉREZ INFª PONTIFICIA (1507), CAPITÁN IDEM (1511), CAPITÁN INFª ESPAÑOLA (1512); MDC INFª ESPAÑOLA (1522), CASTELLANO DE AVERSA Y DE CASTELDELL'OVO (1528), MAESTRE JUSTICIERO DEL RºDE NÁPOLES (1529).

El primero, tras referir al detalle el desafío de Rossano, en Calabria (1503), afirma que “desde entonces quedó Juan de Urbina por el mejor soldado de Italia; mas como se acabó luego la guerra de Nápoles, no pudo subir”.

El Dr. Francisco Urbina, Cursus Philosophici en la segunda mitad del siglo XVIII en la Universidad de Caracas, orientado según la miram Angelici nostri Praeceptoris doctrinam adopta interés por la Filosofía Natural y por el de una Psicología racional también de corte genuinamente tomista, en la que toca los temas que son clásicos desde Aristóteles: la esencia del alma, potencias, actos, hábitos, sentidos, inmortalidad y espiritualidad del alma; desde 1764 a 1766 en la "Clase de Mayores", en su curso de "arte", profundiza los conocimientos de quien se convertiría en el Precursor de la Independencia de Venezuela, a través del estudio de los clásicos de Virgilio y Cicerón, nociones de historia, religión, aritmética, geografía, "Artes", lógica, física y metafísica, obteniendo así Miranda el título de Bachiller en 1767, y con todo ello las primeras ideas emancipadoras que lo llevarían a tener mano con tantos patriotas tales como Andrés Bello, Simón Rodríguez, y Bolívar a Libertar cinco naciones, además de sembrar los fundamentos del Derecho Internacional Moderno. Deslumbran por la categoría moral las Relecciones de Urbina en tan afamada universidad. Incluso resultan pioneros en la defensa académica encarnizada de los derechos de los indios, defensa que aun en este siglo se mantiene como lo evidencia el ensayo de Hernán Urbina Joiro, médico escritor y miembro de la Academia de la Historia de Cartagena de Indias, ¨Entre las Huellas de la India Catalina.¨ 

Es Francisco de Urbina quien estampa en su mente el tricolor del escudo de armas de los Urbina a la fecha, con sus ocho estrellas integradas en el azul marino, como premonición de las provincias que hoy en día se incluyen en la bandera nacional. 

El General Manuel Urbina renuncia a sus títulos nobiliarios heredados desde España para sumarse a la causa de la Independencia y es uno de los dos generales fieles al Libertador, que se enfrentan a Páez y votan a favor de Simón Bolívar, en el Congreso de Valencia, el 28/05/1830, para que no permanezca expulsado de Venezuela. El otro es José María Vargas (Historia del Estado Falcón, Dr. Chalbaud Zerpa). Manuel como Simón, es descendiente de vascos. El Solar de Bolívar se encuentra en Cenarruza, Vizcaya. 

La hazaña contemporánea más asombrosa quizás sea la toma de Curacao por parte de Rafael Simón Urbina : Oscar Yánez en Así Son las Cosas dice (25/11/2005)... La pólvora estalló en Venezuela cuando apareció el libro de Rafael Simón Urbina Dolor y tragedia. Vale la pena recordar al general Rafael Simón Urbina, porque el 13 de noviembre se cumplieron cincuenta y cinco años de los dos asesinatos que en un mismo día cambiaron la historia. Cuando el libro comenzó a circular con prólogo de Jorge Luciani, una sólida figura en la lucha contra la dictadura de Juan Vicente Gómez, la Venezuela política se dividió en dos toletes, hablando en criollo. "Urbina es un asesino y un farsante", sostenían unos. "Urbina es un héroe; un macho a quien los políticos odian porque demostró que la única forma de erradicar una dictadura es ¡a plomo limpio!", juraba la otra mitad de la nación.

Los comunistas acusaban a Urbina de "haberle robado la gloria a Gustavo Machado y proclamaron al jefe comunista como el verdadero líder". Esto no cuajó en el ánimo popular, pues las autoridades holandesas y el gobierno de Gómez denunciaron como jefe supremo del asalto a Curazao a Rafael Simón Urbina y a Gustavo Machado como "el segundo hombre".

"La magnífica hazaña de Curazao consagró mundialmente a Urbina como un hermano espiritual de los conquistadores del siglo XVI", escribió Jorge Luciani.

Voy a reproducir fragmentos de la defensa de Urbina ante los ataques de 1936.

"No soy militar ni mucho menos general, pero en el año de 1928 volví a alzarme en La Vela de Coro y en junio del 29 tomé a Curazao con 5O hombres; no soy militar ni mucho menos general, pero invadí a Venezuela con una expedición que traje de México en el vapor Superior; no soy militar ni mucho menos general, pero en las tres ocasiones en que estuve en campaña, me vi frente a frente con las fuerzas que mandaban las tres fieras del general Gómez y que con todos los defectos que se les imputa hay algo que no es posible discutirles: el valor. Me refiero a León Jurado, Pérez Soto y Eustoquio Gómez porque no soy militar ni general, sino un gran pendejo".

Alguien le preguntó entonces a Urbina cuál era la condición esencial para dominar situaciones difíciles en Venezuela y dijo: "En Venezuela no se necesita ser técnico; lo necesario es saberse amarrar los pantalones. Gómez no tuvo ni siquiera escuela ni Castro tampoco fue un gran leído en cosas militares, y sin embargo el primero subyugó a su país durante 27 años y murió en su cama; Castro gobernó también tiránicamente durante diez años".

¿Qué ocurrió el 13 de noviembre de 1950 cuando secuestran y asesinan a Delgado Chalbaud en la mañana y a Urbina en la tarde? ¿Quién o quiénes se aprovecharon de Urbina? ¿Quién era el jefe supremo que estaba detrás de Urbina? Hay algo poco conocido. Fuerzas blindadas salieron aquel día a la calle y algunas personas que estaban en la Embajada de Nicaragua, en donde se encontraba Urbina herido, pensaron que los militares iban a rescatar al guerrillero.¨

No hay que olvidar los vínculos políticos de Urbina con Rómulo Gallegos. Es obligatorio recordar que estando Gallegos en el exilio en París, Francia, Román Chalbaud, quien participó en una de las invasiones de Rafael Simón Urbina intentando implantar una revolución en Venezuela, amigo de ambos, le pide posada para Carlos Delgado, cursa estudios universitarios hasta graduarse en ingeniería y estudios prusianos. Al ser electo presidente, Gallegos nombra a Carlos Delgado Chalbaud su Ministro de la Defensa, y este le paga su bonhomía con un golpe de Estado que lo coloca como Presidente de una Junta Cívico Militar que es acabada por las acciones de Urbina.

Después de la muerte de Juan Vicente Gómez en 1935, Urbina logra regresar a Venezuela, y es nombrado por el Presidente, Eleazar López Contreras, Gobernador del Territorio Amazonas. Luego el 18 de octubre de 1945, es obligado al exilio y enjuiciado por el Tribunal de Responsabilidad Civil y Administrativa, quienes le confiscan sus bienes, entre otros la hacienda La Urbina en Caracas, presunta manzana de discordia entre el presidente Chalbaud y Urbina. 

En 1950, fue señalado como responsable del magnicidio del Teniente Coronel Carlos Delgado Chalbaud, Presidente de la Junta Cívico Militar y en el traslado a la cárcel Modelo es asesinado por la policía de la dictadura. Su sobrino Domingo José Urbina Rojas, natural de Churuguara, Estado Falcón, hijo de Ángel Daniel Urbina Primera y Doña Inés Rojas de Urbina, queda al mando de la operación tras ser herido accidentalmente en un pie por un disparo que se le escapa a Pedro Días, uno de los “corianos”, mientras se sucedían los hechos del secuestro. 

Lo primero que diré, en honor a la verdad, es que fue Pedro Díaz, compadre de Domingo José Urbina Rojas, quien disparó mortalmente contra la humanidad del Presidente de la Junta Cívico Militar que gobernaba a Venezuela, Coronel Carlos Delgado Chalbaud, el 13 de noviembre de 1950, tal y como lo aseguró el mismo, en el libro publicado “Yo maté a Carlos Delgado Chalbaud”. Personalmente le escuché decir esto en diversas oportunidades frente a Domingo J. Urbina R., en el Charal, en Sta. Cruz de Bucaral, en Mapará, en Churuguara, todas ellas poblaciones del Estado Falcón, en la década de los 70, sin que fuera desmentido; y antes de su exilio como resultado de lo mencionado anteriormente.

El periodista egresado de la Universidad Central de Venezuela, Lic. Juan Carlos Urbina, quien además cursó estudios en Ciencias Políticas a nivel de postgrado en la Universidad de Los Andes, me comentó que según sus investigaciones, Rafael Simón Urbina se había refugiado en la embajada de Nicaragua por que detrás del golpe de estado, al parecer, se encontraba también el Presidente Anastasio “Tato” Somoza, el viejo, quien garantizaría su condición de asilado, en el caso de que algo saliera mal.

En lo personal, me he encontrado con las actuaciones de un Mr. Russel, norteamericano representante de la Creole Petroleum Corporation, tras la protección y seguridad de algunos miembros de la familia Urbina inmediatamente después del fallido golpe, lo que podría ser indicativo de la presencia norteamericana tras bastidores.

Domingo José Urbina Rojas fue Comandante del Frente José Leonardo Chirinos de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) que operó en la Sierre de San Luis en la década de los 60. Fue condenado a presidio por su participación como comandante en el secuestro y asesinato del Presidente Comandante Carlos Delgado Chalboud.

Juan Nicanor Urbina Rojas llegó a ser miembro del staff de Investigaciones de Creole Petroleum Corporation de Venezuela, empresa de la cual se retiró en la oportunidad de la Reversión Petrolera en el gobierno de Carlos Andrés Pérez.


Signos de los tiempos…Signos proféticos…

Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Señor de la tierra. (Ap. 11:4) También en Zacarías capitulo 4 el profeta tuvo una visión de estos dos olivos e interroga al Ángel con las siguientes preguntas:

¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelabro y a su izquierda?... ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?… El Ángel responde ¿No sabes qué es esto? Y dije: Señor mío, no... Y él [Angel] dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra. (V 3,11-14).

En la Biblia el olivo representa al Pueblo de Israel: Olivo verde, hermoso en su fruto y en su parecer, llamó YAHWEH tu nombre...(Jer 11:16) , Se extenderán sus ramas, y será su gloria como la del olivo,...(Os 14:6) Como vemos al Pueblo de Israel se le llama el olivo por ende los descendientes de Israel también son olivos por eso el Rey David dijo: Pero yo estoy como olivo verde en la casa de Señor; (Sal 52:8) Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. (128:3)

El Apóstol Pablo en Romanos 11 también se refiere al olivo como Pueblo de Israel, las ramas son los descendientes de Israel de ambas casas, Judá y Efraín, las ramas cultivadas son Judá y las ramas silvestres son la plenitud de Efraín.

 Entonces estos dos testigos que son los dos olivos, son descendientes de Israel, olivos naturales con una descendencia de algunas de las dos casas. 

El Continente Latinoamericano es frecuentemente considerado como el “Continente de la esperanza”, representado por el color verde. A este le corresponde “evangelizar” re cristianizando Asia, Europa, Oceanía y África. Latinoamérica habría sido “herida” por el “Dragón Rojo” en Méjico, Argentina, Cuba, Nicaragua, y Venezuela, principalmente, siguiéndoles Bolivia, y Ecuador. La “Nueva Jerusalén”, ayudaría a “rescatar” estos países de la “Estrella Roja”. El resto del mundo “sucumbiría” ante el “Dragón Rojo” paulatinamente hasta quedar el “Continente de la esperanza” como último bastión de “resistencia contra el “Anticristo”, y sus aliados, las Naciones Unidas. Así los dos olivos serían Israel y Venezuela, Enoc y Elías, los dos profetas de Dios que no conocieron la muerte pues uno fue tomado por Dios y el otro ascendió al cielo llevado por el carro de fuego (Merkabah) en un remolino de fuego. Estos dos olivos darán testimonio y serán muertos pero resucitarán al tercer día para gloria de Dios;. es Cristo en sus 2 venidas. Primero para plantar los cimientos y luego para recoger los frutos.  

Romanos 11:1

El último versículo de Romanos capítulo 10 señala claramente que Israel ha rechazado a Dios y ha rechazado el evangelio de Dios. Los israelitas han rechazado a Dios (Romanos 10:21). EL RECHAZO DE ISRAEL NO ES PERMANENTE, SINO TEMPORAL. La nación no rechazará siempre a Dios. En el futuro vendrá un gran día en que toda la nación será salva (versículos 26-27). Ambas ideas clave se encuentran en Romanos 11:25: “que ha acontecido a Israel endurecimiento EN PARTE (PARCIAL), HASTA (TEMPORAL) que haya entrado la plenitud de los gentiles”. La ceguera no es una ceguera total y no es una ceguera permanente. Hay algunos judíos hoy que ven muy bien. (Ellos conocen a Cristo como a su Salvador, y aunque antes eran ciegos, ahora pueden ver). Viene un día futuro cuando la nación de Israel verá y reconocerá a Cristo como a su Mesías y Señor (Zacarías 12:10). Se ve a un remanente de judíos que son salvos (un número pequeño comparado con el número total). Cuando mira el futuro, él ve a todo Israel siendo salvo. Nótense las palabras que enfatizan el tiempo:

 PRESENTE, mostrando que los judíos tienen un lugar en el programa presente de Dios:”Así también aun EN ESTE TIEMPO ha quedado un remanente escogido por gracia” (Rom.11:5). 

Baltasar “vive” a mediados del Siglo XX, y en la primera parte del Siglo XXI; contemporáneo de Ramón José Velásquez y Eric Hobsbawm. En la década de los 90 fue llamado en edad madura a ser profeta, y durante casi medio siglo llevó la carga de la función profética. Perteneció a una familia católica practicante. Los escenarios de su actividad profética fueron, durante un tiempo, su país natal, y durante la última parte de su vida, la “Aldea Global”. La primera década del Siglo XXI trajo consigo una serie de situaciones políticas que cambiaron completamente las condiciones nacionales de su Venezuela natal, y del mundo globalizado. El derrumbamiento de las economías del primer mundo de su época y Palestina en el camino directo de convertirse en una nación reconocida en el nuevo siglo, conllevaron a que la nación judía se pusiera en acción por el expansionismo de su enemigo a través de lo que consideraba su territorio. Baltasar había propiciado, en lo que consideraba la Nueva Jerusalén, una especie de reforma moral y religiosa al modo del “Apocalipsis de San Juan”, cuya ejecución, sin embargo, se frustraba por el letargo del pueblo y la política populista y de expansionismo del socialismo cubano-comunista del presidente de su país.

El derrumbamiento del Imperio del dólar, el euro, el yen, y el crecimiento económico desmesurado de China, coincidían con los “conatos” de “revolución” en todo el mundo; situación que se habría iniciado de manera contemporánea con la mal llamada “Revolución Bolivariana”. Los israelíes gozaban de un nivel económico relativamente bueno, pero vivían bajo la sombra de la amenaza permanente de otra guerra y del terror contra civiles, no solo en relación con los palestinos, sino también con países no árabes, como Irán (que amenazaba con “borrarlos de la faz de la Tierra). Se presentaría un intento de destruir militarmente al Estado de Israel, una vez que Irán obtuviera la bomba atómica y neutralizara así el poder atómico que se suponía estaba en manos de Israel y obligaría a la mayoría de los judíos a regresar a sus países de origen, incluso a los nacidos en Israel de primera o segunda generación, que eran un 70% del total. Ese era el desenlace propuesto por factores heterogéneos y en ocasiones , enfrentados entre sí, pero que coincidían en ese aspecto, como Irán, movimientos fundamentalistas islámicos como Hizballah en el Líbano, el Jihad Islámico y algunos componentes del Hamas, en Gaza y otros movimientos en diversos países musulmanes, como los Hermanos Musulmanes de Egipto y Al Qaida. El 1 de mayo de 2011, se informó de que Osama bin Laden había muerto durante una acción militar de EE.UU. Al parecer la meta de Bin Laden era involucrar a los Estados Unidos en una guerra a gran escala en el mundo musulmán, que terminaría con los gobiernos musulmanes moderados y restablecería el califato (es decir, un único Estado musulmán). Con este fin, al Qaeda entrenó y equipó a terroristas con la ayuda de la considerable riqueza de Bin Laden. Tuvo miles de seguidores por todo el mundo, en lugares tan diversos como Arabia Saudí, Yemen, Libia, Bosnia, Chechenia y las Filipinas.
El 11 de febrero de 2011, Hosni Mubarak, de 82 años, presidente de Egipto desde 1981 y símbolo de la solidez de los regímenes árabes, se vio obligado a abandonar el poder bajo la presión de un gigantesco levantamiento popular. Las revoluciones de Egipto y Túnez acabaron con los regímenes dictatoriales de Hosni Mubarak y Ben Alí. El asesinato de Muamar el Gadafi (مُعَمَّرُ القَذََافِي,  Muammar al-Qaḏḏāfī)  ocurrió a continuación, el 20 de octubre de 2011 en su ciudad natal, Sirte, en Libia; luego de haber sido herido mortalmente por una bala en sus intestinos. El presidente sirio, Asad, no había dado ningún tipo de señal de ceder tras siete meses de protestas, mientras que el presidente yemení Ali Abdalá Saleh, era conminado por una resolución de la ONU a que abandonara el poder.

La última convención del Fatah, en Belén, ha emitido declaraciones alentadoras con respecto a una moratoria en la lucha armada y la aceptación del principio de los dos estados, todo esto envuelto en una retórica muy difícil de aceptar para los israelíes.

MISIÓN DE Baltasar

En medio de la confusión de una impía política de desesperación ante la cercanía de la destrucción, el profeta se yergue como “una columna de hierro, y un muro de metal”. El profeta de “la hora final”, tiene la difícil misión, en vísperas de la gran catástrofe de Sión, de proclamar el mandato de Dios de que en el futuro inmediato la ciudad y el templo serían derribados (Roma, el “patio exterior-infraestructura”). Desde la época de su primera vocación a la clarividencia de la función profética, vio la vara de corrección en la mano de Dios, oyó la palabra en la que el Señor velaría por la ejecución de su mandato (1, 11 y s.). Su constante afirmación es que Jerusalén sería destruida. Los falsos profetas sólo predicaban acerca de libertad y victoria, pero el Señor dijo: “Libertad para vosotros de la espada, de la peste y del hambre” (34, 17). Baltasar es así la figura bíblica e histórica de Casandra en los poemas homéricos, que previó la caída de Troya, pero no encontró crédito en su propia casa. Junto a esta primera tarea, probar la certeza de la catástrofe de Roma, tuvo el segundo encargo de declarar que esta catástrofe era una necesidad moral, proclamarlo a los oídos del pueblo como el resultado inevitable de la culpa moral desde los días de la “clonación” de Paulo VI; en una palabra, explicar la Cautividad de la “Babilonia” apocalíptica como un hecho moral futuro, no meramente pasado e histórico. Fue sólo a causa de que la testaruda nación se sacudió el yugo del Señor (Jr., 2, 20) por lo que debió inclinar su cuello bajo el yugo de los “comunistas”. Para despertar a la nación de su letargo moral, y hacer preparación moral para el día del Señor, los sermones del predicador de arrepentimiento subrayaban esta relación causal entre castigo y culpa, hasta que se hace monótono. Aunque fracasa en convertir al pueblo, y desviar así por completo la calamidad de la “Jerusalén”, sin embargo la palabra del Señor en su boca se convierte, para algunos en un martillo que rompe sus corazones de piedra al arrepentimiento (23, 29). Así, Baltasar tiene no sólo que “desarraigar y demoler”, también tiene en la obra positiva de salvación que “construir y plantar” (1, 10). Estas últimas finalidades de los discursos penitenciales de Baltasar aclaran porqué las condiciones religiosas y morales de la época se nos pintan todas en el mismo tono oscuro: los sacerdotes no se preocupan de Yahvé; los mismos dirigentes se extravían por extraños caminos; los profetas profetizan en nombre de “Baal”; Judá se ha convertido en lugar de reunión de dioses extraños, el pueblo ha renegado de la fuente de agua viva y ha provocado la ira del Señor por la idolatría y el culto de  los lugares elevados, por el sacrificio de niños, la profanación del Sábado y por los “falsos pesos”. Esta severidad en los discursos de Baltasar los hace el tipo más destacado de declamación profética contra el pecado.

La autoría de “Del Siglo XX al XXI; Cuenta Regresiva”, y “El Papa Negro” son solo la antesala de su videncia literaria. Sus publicaciones “globales”, son particularmente “apreciadas” en el mundo latinoamericano.

La “vida” de “Baltasar”, es una cadena ininterrumpida de dificultades interiores y exteriores continuamente crecientes, una genuina paradoja. Por causa de sus profecías, su vida se ve “afectada” por el “constante monitoreo” de “propios y extraños”, ante “El Nuevo Mundo de la Vigilancia Pública”, “El Nuevo Mundo de la Vigilancia de la Alta Tecnología”; donde las cámaras pueden filmarlo en donde quiera que esté; donde su teléfono celular indica exactamente en donde se halla; en un aeropuerto, en la recepción de la propia oficina, en su banco. Su “Messenger”, y su “SKYPE” no sólo son vistos por sus receptores. Es “Herodes”, que quiere saber donde está el “Rey”  para “ir a “adorarlo”… El “rey Joakim” nunca pudo perdonar al profeta por amenazarle con el castigo por causa de su manía desaprensiva de construir y por sus asesinatos judiciales y extrajudiciales; pero, como un muro de metal, la palabra del Todopoderoso fue la protección de su vida: “No temas... no prevalecerán: pues Yo estoy contigo, dice el Señor, para librarte” (1, 17-19). La opinión religiosa que mantenía, de que sólo por un cambio moral podía una catástrofe en las condiciones exteriores preparar el camino a una mejora, le puso en amargo conflicto con los partidos políticos de la nación. El “partido de Sión” con su confianza supersticiosa en el templo (7, 4), incitaba al pueblo a rebelarse contra “Baltasar”, porque, en “la puerta” y en el “patio exterior del templo”, profetizaba el destino del lugar santo de Silo para la casa del Señor. El “partido de los amigos de Egipto” lo maldijo porque condenaba la coalición con Egipto, y presentó también al rey de Egipto la copa del vino de la ira (25, 17-19); también lo odiaban porque, durante el sitio de la “Nueva Jerusalén”, declaró antes del acontecimiento, que las esperanzas puestas en el ejército de “socorro egipcio” eran engañosas (36, 5-9). El “partido de los patriotas” vociferantes calumniaba a Baltasar como pesimista malhumorado (cf. 27, 28) porque se habían dejado engañar respecto a la seriedad de la crisis por las palabras aduladoras de “Ananías”, de “Gabaón” y sus compañeros, y soñaban con la paz y la libertad mientras que el exilio y la guerra se estaban ya acercando a las puertas de la ciudad. La exhortación del profeta a aceptar lo inevitable. 

Aún más violentos que estas batallas externas son los conflictos en el alma del profeta. Al simpatizar plenamente con el sentimiento nacional, siente que su propio destino está ligado con el de la nación; de ahí su oposición a aceptar este encargo (1, 6). Con todos los recursos de la retórica profética buscaba traer de vuelta al pueblo a “los viejos caminos” (6, 16), pero en esta empresa sentía como si estuviera intentando llevar a cabo que “el etíope cambie su piel, o el leopardo sus manchas” (13, 23). Oía los pecados de su pueblo clamando por venganza en los cielos, y expresa enérgicamente su aprobación del juicio pronunciado sobre la ciudad manchada de sangre (cf. 6). Al momento siguiente, sin embargo, ruega al Señor que aparte el cáliz de la “Nueva Jerusalén” y lucha como Jacob con Dios por una bendición para “Sión”. La grandeza de alma del gran sufridor aparece más claramente en las fervorosas plegarias por su pueblo (cf. especialmente 14, 7-9, 19-22), que se ofrecían a menudo inmediatamente después de una vehemente declaración del futuro castigo. Sabe que con la caída de Jerusalén el lugar que fue la escena de la revelación y la salvación será destruido. Sin embargo, en la tumba de las esperanzas religiosas de Israel, aún tiene la esperanza de que el Señor, no obstante todo lo que ha sucedido, llevará a cabo sus promesas por respeto a su nombre. El Señor tiene “pensamiento de paz, y no de aflicción”, y dejará que lo encuentren los que lo buscan (29,10-14). Como se cuidó de destruir, así se cuidará del mismo modo de construir (31, 28). El don profético no aparece con igual claridad en la vida de ningún otro profeta contemporáneo como a la vez un problema psicológico y una tarea personal. Sus amargas experiencias interior y exterior dan a los discursos de Baltasar una fuerte tono personal. Más de una vez este hombre parece en peligro de perder su equilibrio espiritual. Pide el castigo del cielo para sus enemigos (cf. 12, 3; 18, 23). Como un Job entre los profetas, “maldice” el día de su nacimiento (15, 10; 20, 14-18); le gustaría levantarse, salir, y predicar a las piedras del desierto: “¿Quien me dará un alojamiento en el desierto... y dejaré mi pueblo, y me separaré de él?”(9, 2; texto hebreo, 9, 1).

Igualmente característico e idiosincrático es el estilo literario de Baltasar; a menudo habla con frases desiguales, inconexas, como si el daño y la excitación de espíritu hubiera sofocado su voz. El dolor inclina a la repetición, a la manera de las oraciones en el Monte de los Olivos. Baltasar se sitúa también por sí mismo entre los profetas por su manera de continuar y desarrollar la idea mesiánica. Baltasar fue enviado a su época, y sólo en casos muy aislados lanza una luz profética en una profecía verbal sobre la plenitud de los tiempos. Sus libros en su forma actual son discursos que amenazan con el castigo que se dirigen de manera directa contra “Judá” y se entremezclan con narraciones de acontecimientos personales y nacionales, y discursos que contienen amenazas contra naciones paganas y pretenden advertir indirectamente a “Judá” contra el politeísmo y la política de estos pueblos. Se relata la vocación del profeta, para probar a sus suspicaces compatriotas que es el embajador de Dios. No es que haya él asumido la función de profeta, sino que Yahvé se la ha conferido no obstante su reticencia. Sus publicaciones globales contienen retóricas y pesadas quejas y amenazas de juicio por causa de la idolatría y de la política interior y exterior de la nación. “Israel”, la prometida del Señor, se ha degradado al convertirse en la amante de naciones extranjeras. Incluso el templo y el sacrificio (7-10), sin conversión interna por parte del pueblo, no pueden traer la salvación; mientras que otras advertencias se unen como mosaicos con las principales. Según la costumbre de los profetas (III Reyes, 11, 29-31; Is., 8, 1-4; Ezeq., 5, 1-12), sus advertencias van acompañadas de una enérgica acción de pantomima. El creador puede tratar a los que ha creado con la misma autoridad suprema que tiene el alfarero sobre las vasijas de barro y arcilla. Una condena de los dirigentes políticos y eclesiásticos del pueblo y, en relación con esto, se pronuncia la promesa de un mejor pastor (21-23). Se da luego una profecía de consuelo y salvación, referente a la vuelta del favor de Dios a Israel y a la nueva y eterna alianza (30-33). Para reforzar la impresión hecha por las profecías en conjunto, las predicciones individuales han de reunirse en un libro, conservando de ese modo la prueba documental de estos discursos hasta el momento en que los desastres amenazados en ellos se produzcan efectivamente.

“Luego me fue dada una caña de medir parecida a una vara, diciéndome: «Levántate y mide el Santuario de Dios y el altar, y a los que adoran en él.

El patio exterior del Santuario, déjalo aparte, no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles, que pisotearán la Ciudad Santa 42 meses.

Pero haré que mis dos testigos profeticen durante 1260 días, cubiertos de sayal».

Ellos son = los dos olivos = y los dos candeleros = que están en pie delante del Señor de la tierra. =
Si alguien pretendiera hacerles mal, saldría fuego de su boca y devoraría a sus enemigos; si alguien pretendería hacerles mal, así tendría que morir.
Estos tienen poder de cerrar el cielo para que no llueva los días en que profeticen; tienen también poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y poder de herir la tierra con toda clase de plagas, todas las veces que quieran.

Pero cuando hayan terminado de dar testimonio, la Bestia que surja del Abismo = les hará la guerra, los vencerá = y los matará.

Y sus cadáveres, en la plaza de la Gran Ciudad, que simbólicamente se llama Sodoma o Egipto, allí donde también su Señor fue crucificado.

Y gentes de los pueblos, razas, lenguas y naciones, contemplarán sus cadáveres tres días y medio: no está permitido sepultar sus cadáveres.

Los habitantes de la tierra se alegran y se regocijan por causa de ellos, y se intercambian regalos, porque estos dos profetas habían atormentado a los habitantes de la tierra.”

Este humilde servidor funge como PROFETA DE DIOS para estos tiempos apocalípticos.